Esta etapa del año, en el hemisferio norte, tiene cierto tufillo a crisis existencial, más o menos disimulada, de diferentes maneras según las personas y sus posibilidades. Si te fuiste o no de vacaciones, si estás en paro o trabajas, si te gusta o no lo que haces, si tienes hijos o no, (que ahora comienzan el cole),...digamos que hay muchos factores externos que nos condicionan en cómo afrontamos este tránsito del verano al otoño. Incluso podemos ser conscientes de otros factores espacio-temporales lineales y abstractos globales que se suman, pero no voy a entrar en ese análisis.
Yo diría que existe, en general, la sensación de que concluye un ciclo y comienza otro, algo así como "un nuevo año" para hacerse nuevos propósitos, metas, por parte de aquellas personas ilusionadas con su vida..., o para sentir el aburrimiento y preguntarse sobre el sentido de la misma, para aquellas personas que ya cumplieron con muchos de sus deseos, y la vida se vuelve repetitiva. Esto puede ocurrir sobre todo a partir de la madurez, cuando todo lo que configura la identidad ya ha sido experimentado (profesión, rol en la familia, participación social, hobbys...) o puede ocurrir antes, cuando las metas se resisten y no se logra un empleo, o éste no es el deseado, o se añora una pareja, o desea un hijo que no llega, etc... Si bien en ambos casos las preguntas se vuelven hacia el sentido de la vida, en el primer caso ya no hay objeto externo o rol que la llene, y en el segundo, se cree ilusoriamente que conseguir esa meta, la va a llenar de sentido, al menos de forma temporal.
También están l@s del síndrome postvacacional, que la vuelta a la rutina l@s pone en contacto con el rechazo a lo cotidiano, al haber disfrutado unos días de la "vida ideal", el contraste del regreso, provoca resistencias y deseos de cambios.
Si a esto le sumamos el panorama social, local y global, mostrado por TV, o bien nos lleva a la depresión o a "mal de muchos consuelo de tontos".
Este momento de crisis existencial colectiva, es susceptible de ser llenado temporalmente con el consumo y la distracción externa. Y así es aprovechado por la publicidad, para introducir objetos de deseo y vender cambios superficiales en tu vida, basados en el cambio externo de las formas, de imagen, de muebles, una dieta, hacer deporte, etc.
Si no te convencen las respuestas externas que encontraste hasta ahora, si te atreves a un encuentro genuino con tu yo real, tu intuición te ha traído hasta este artículo porque estás buscando:
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